Esperáte

Espérate, que te quiero. Espérate a que me suba el alcohol, o a que me baje el orgullo. Espérate que llevo más vida de la que recuerdo pensando en ti. Espérate. Quédate. Ponte a mi lado, porque contigo de repente es como ver atardecer. O amanecer. O algo demasiado bonito para escribirlo. Y mírame que me veo reflejada en tus ojos y creo que la magia existe. No hay más. Dame un beso de esos que me hacen callar. Y baila conmigo. Júntate. Quiero cantarte la felicidad. Susurrártela. Quiero hundirme en tu piel. Quiero alcanzar la profundidad de tu cuerpo, y quedarme ahí. Así que: sácame a bailar. Sólo eso. Enséñame otros universos. Amaneceremos. Abriremos los ojos, y yo estaré allí, escondida en tu ausencia. Estaré cuando faltes y no me atreva a salir. Porque recuerda que he ido dando vueltas hasta tu espalda, y he decidido quedarme a dormir. Súbeme el vestido. Seremos uno, dos cuerpos como difuminados por la proximidad. El prólogo del amor. Fíjate. Déjate llevar. Pon tu mano en mi mano. Abrázame, como recordando lo mucho que quema la soledad. Y yo te salvaré. Te protegeré. Me derrumbaré por ti, si necesitas subirte a algunos escombros. Veremos el sol una última vez. Te quiero, y no se me ocurre ninguna excusa para decírtelo una vez más.